viernes, 21 de octubre de 2011

“Estoy orgullosa de volver a votar”

Por Lucía Jermoli

Ana Rosario Aiello, nació el 1 de octubre de 1916 en la Provincia de Buenos Aires, más precisamente en la localidad de 9 de Julio. Hoy a sus 95 años, y luego de no haber votado por 24 años –su último acercamiento a las urnas había sido en 1987, ya que cuando cumplió el máximo de edad de voto obligatorio, dejó de hacerlo-, el pasado 14 de agosto, sintió la necesidad de levantarse a la mañana bien temprano e ir a ejercer su derecho, el de votar.

Es inevitable ver el paralelismo, de esta señora que recién a sus 35 años, pudo votar por primera vez. Luego de que la ley -impulsada fuertemente por Eva Duarte de Perón, luego sancionada por el Senado y finalmente votada favorablemente en septiembre de 1947 por los diputados, en una recordada sesión, que marcó la historia de este país y le cedió a la mujer, un derecho que hasta ese entonces sólo ostentaban los hombres-, y el hecho de que ella vuelva a elegir dar uso a ese derecho que ya no le es obligación cívica en una coyuntura en la que el gobierno de turno reivindica muchas de las banderas del peronismo.

Ana, que es jubilada, dice que hace ya unos años le cambió la vida y agrega que: “Estoy como nunca estuve. Monetariamente estoy re bien, salgo al mercado todos los días y es muy sencillo, me alcanza” y se anima a afirmar “no necesito ninguna experiencia más”.

Cuando Ana se pone a recordar esas épocas en las que siendo joven tuvo la posibilidad de votar por primera vez, se le iluminan los ojos y recuerda una de las anécdotas preferidas de su familia, sobre todo de su nieto Bernabé: “Mi marido era italiano y nunca se hizo la nacionalidad argentina, es por esa razón que no podía votar, pero obviamente intentaba persuadirme para que votara a los comunistas. Yo le decía que sí, pero cuando entraba al cuarto oscuro, yo hacía lo que quería y lo votaba a Perón”.

Ana Rosario está contenta, y se emociona cuando alguien le pregunta si fue a votar y se encuentra obligada a responder con la verdad. Que sí, fue. “La gente se sorprende, algunos me dicen que por qué no me quedo en mi casa en vez de salir, pero para mí no es un trámite, hoy estoy orgullosa de ir a votar”, asegura.

Esta jubilada de 95 años se extrañó cuando la aplaudieron en su mesa luego de meter el sobre en la urna, y para la sorpresa de los presentes –autoridades de mesa, fiscales y otros votantes- los increpó diciéndoles: “¡che, no se gasten con los aplausos que en octubre pienso volver de nuevo!”.

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